Mientras
espero a que se conecten mis padres a Skype, me he puesto a pensar en las
lecturas para el seminario de mañana y en cómo enfocar la influencia del blog
en la expresión literaria hoy en día.
Lo
primero que me viene a la cabeza es la blogsívela de Cristina Rivera Garza,
aquella que la mexicana describía como proceso continuo, como obra que se
muestra al revés (ella decía algo así como que se hace desde ese revés, en ese revés). Cristina en aquel
2004 (hoy tan lejano, madre mía, casi hace una década) esperaba ver la aparición de novelas que se alimentasen de este
revés, y que asumieran el reto de existir en la tensión permanente de una forma
que fuese su contenido propio. O algo así. Algo similar al deseo de
literariness y opacidad de las vanguardias, ahora impulsadas por la renovada opacidad
de la palabra que se entrevé gracias a la escritura en formato digital.
Eso del
formato digital suena bastante vago, todo sea dicho. De hecho, la vaguedad
ahora entendida como pereza me lleva a hablar acerca de la actualización del
blog aunque, en principio, esto no iba a ser un tema más que tangencial en este
post (o lo que era este post en mi cabeza). Quizás sea más relevante de lo que parece, y quizás deba gastar estas
pocas palabras (la media general es de 210 por entrada, creo) en tratar precisamente
esto. Quién sabe, quizás incluso sea una buena manera de acercarnos a la
literatura contemporánea: pereza y necesidad de actualización como
características del ímpetu literario.
Vuelvo al
blog y a mi pereza. Que quizás sólo me afecte a mí.
Aimée
Morrison establece la actualización frecuente de contenidos como una de las
principales características del blog. Explica, precisamente, que el atractivo
del blog como formato de comunicación reside en la novedad, y de ahí que las
entradas aparezcan en la página en orden cronológico revertido; empezamos a
leer por el final. Es este deseo de novedad y frescura de contenidos lo que
lleva a los usuarios a leer blogs y, por ende, aquellos blogs cuya ritmo de
actualización sea mayor tendrán más visitas, más fans. Y, en teoría, los
blogueros quieren fans. Así que todos deberíamos actualizar más, ser más
novedosos, más blogueros y expulsar la desidia y la abulia digital fuera de
nuestras vidas y nuestros blogs. Esto es interesante porque la publicación de
blogs ha dado un bajón en los últimos años. En 2008 Technorati calculaba que se
publicaba un blog cada segundo. No un post, un blog. Toma ya. Claro que hoy la mitad de aquellos
recién nacidos han sido abandonados a su suerte por el ciberespacio y si fue
precisamente por aquellos tiempos en los aparecían proyectos literarios que debían
su origen a este formato (pienso en aquel Hotel Postmoderno de Blandina et
al., aunque no sólo en ellos, porque el blog como tema y forma tuvo mucho bombo por todas partes e incluso Volpi --por volver a México-- sacó una
novela, El jardín devastado, que fue
producto, precisamente de la compilación de 100 entradas que hizo en su blog
del boomerang), hoy ya estamos en otro rollo.
Vaya tela, 2008, tan lejos, tan
lejos… Hoy, quizás el Twitter, pero incluso eso parece ya viejo, pasado de
moda, desactualizado, vaya… Imposible estar al loro con lo que ocurre en la
red. A mí me gustaba mucho el 2008, creo que me voy a quedar ahí y aceptar mi
desactualización completa.
Miro el
iPhone y veo un circulito rojo con el 20 en el corazón. Ahí me quedo.
Uf. 600 palabras.
A.