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Wednesday, December 4, 2013

Update needed


Mientras espero a que se conecten mis padres a Skype, me he puesto a pensar en las lecturas para el seminario de mañana y en cómo enfocar la influencia del blog en la expresión literaria hoy en día.

Lo primero que me viene a la cabeza es la blogsívela de Cristina Rivera Garza, aquella que la mexicana describía como proceso continuo, como obra que se muestra al revés (ella decía algo así como que se hace desde ese revés, en ese revés). Cristina en aquel 2004 (hoy tan lejano, madre mía, casi hace una década) esperaba ver la aparición de novelas que se alimentasen de este revés, y que asumieran el reto de existir en la tensión permanente de una forma que fuese su contenido propio. O algo así. Algo similar al deseo de literariness y opacidad de las vanguardias, ahora impulsadas por la renovada opacidad de la palabra que se entrevé gracias a la escritura en formato digital.

Eso del formato digital suena bastante vago, todo sea dicho. De hecho, la vaguedad ahora entendida como pereza me lleva a hablar acerca de la actualización del blog aunque, en principio, esto no iba a ser un tema más que tangencial en este post (o lo que era este post en mi cabeza). Quizás sea más relevante de lo que parece, y quizás deba gastar estas pocas palabras (la media general es de 210 por entrada, creo) en tratar precisamente esto. Quién sabe, quizás incluso sea una buena manera de acercarnos a la literatura contemporánea: pereza y necesidad de actualización como características del ímpetu literario.

Vuelvo al blog y a mi pereza. Que quizás sólo me afecte a mí.

Aimée Morrison establece la actualización frecuente de contenidos como una de las principales características del blog. Explica, precisamente, que el atractivo del blog como formato de comunicación reside en la novedad, y de ahí que las entradas aparezcan en la página en orden cronológico revertido; empezamos a leer por el final. Es este deseo de novedad y frescura de contenidos lo que lleva a los usuarios a leer blogs y, por ende, aquellos blogs cuya ritmo de actualización sea mayor tendrán más visitas, más fans. Y, en teoría, los blogueros quieren fans. Así que todos deberíamos actualizar más, ser más novedosos, más blogueros y expulsar la desidia y la abulia digital fuera de nuestras vidas y nuestros blogs. Esto es interesante porque la publicación de blogs ha dado un bajón en los últimos años. En 2008 Technorati calculaba que se publicaba un blog cada segundo. No un post, un blog. Toma ya. Claro que hoy la mitad de aquellos recién nacidos han sido abandonados a su suerte por el ciberespacio y si fue precisamente por aquellos tiempos en los aparecían proyectos literarios que debían su origen a este formato (pienso en aquel Hotel Postmoderno de Blandina et al., aunque no sólo en ellos, porque el blog como tema y forma tuvo mucho bombo por todas partes e incluso Volpi --por volver a México-- sacó una novela, El jardín devastado, que fue producto, precisamente de la compilación de 100 entradas que hizo en su blog del boomerang), hoy ya estamos en otro rollo. 

Vaya tela, 2008, tan lejos, tan lejos… Hoy, quizás el Twitter, pero incluso eso parece ya viejo, pasado de moda, desactualizado, vaya… Imposible estar al loro con lo que ocurre en la red. A mí me gustaba mucho el 2008, creo que me voy a quedar ahí y aceptar mi desactualización completa.

Miro el iPhone y veo un circulito rojo con el 20 en el corazón. Ahí me quedo. 

Uf.  600 palabras.

 A.